Ha llegado el momento de decirlo bien alto: Disney
nos jodió vivas. Más concretamente, lo que nos hizo pupa fue el amor romántico
que Disney nos inyectó en vena cuando éramos cabecitas no del todo formadas.
Véase la imagen que acompaña estas líneas. Dicen en Alta Fidelidad que todo el
mundo se preocupa por la violencia de los videojuegos pero nadie piensa en la abrumadora
tristeza romántica de las canciones de pop que consumen los niños. Lo de Disney
es peor que el Call of Duty. Es justo pararse en la celebración por excelencia
del amor romántico y analizar esas secuelas que las princesas de Disney nos han
dejado.
La máquina de propaganda de Disney sigue escupiendo princesas, pero los tiempos han cambiado un poquito desde Blancanieves limpiando la casa de los enanitos. Las compañeras de Píkara hablaban de las princesas de Frozen como una vuelta de tuerca sobre lo tradicional, como personajes autónomos, independientes y libres. Y mi respuesta sería sí, pero. Pero. Lo mejor que se puede decir de Frozen es que la narrativa que predomina es la historia de las dos hermanas. Y que en un breve momento, parece que una de ellas está cantando sobre el empoderamiento femenino fuera del control de la sociedad patriarcal.
Es una gran escena, pero el espejismo pasa pronto: la narrativa toma otros derroteros. Y la historia de amor está incluida, claro. La historia de amor de Frozen es atípicamente Disney, o mejor dicho, es propia de un Disney post-Encantada. En ambas películas, la princesa acaba dejando al príncipe “de amor a primera vista” para acabar quedándose con el pseudo-príncipe al que ha conocido después y ha llegado a querer después de una serie de peleas y malentendidos cargados de tensión sexual. El hecho de que Disney haya abandonado el amor de “Eres tú, el príncipe azuuul, que yo soñéééé” es consecuencia de una narrativa postmodernista que opta por unos valores en teoría no tan ingenuos. Al final, salimos de Disney para acabar zambullidas en la comedia romántica: mismo perro con distinto collar. El mensaje viene a ser “no te cases con el tío acabas de conocer y que te ha cantado una canción!”, “¡hazlo con el que conoces de hace tres y has discutido más de ocho veces!”. Pero cásate. Y sé muy guapa.
Y decepciones así Disney nos ha dado a cascoporro,
más incluso en los últimos años que la industria ha querido darse un lavado de
cara con Brave. Tras una breve investigación completamente anticientífica,
estos han sido los momentos Disney que más secuelas han dejado en el yo de las
niñas adoctrinadas por el amor romántico:
Ariel aplastada por el peso de la realidad |
-Ariel firmando el contrato en el que renuncia a
su cola de sirena y su voz, las dos cosas más que le hacen más especial, por
una mínima oportunidad con el príncipe. El subtexto de la escena, mediante la
canción de Úrsula, no tiene tampoco desperdicio: “Los hombres no te buscan si
les hablas / No creo que los quieras aburrir
Allá arriba es preferido / Que las damas no
conversen / A no ser que no te quieras divertir
Verás que no logras nada conversando / Al menos
que los pienses ahuyentar
Admirada tú serás si callada siempre estás / Sujeta
bien tu lengua y triunfarás, Ariel!”
Dado que Úrsula es un personaje diseñado a partir
de Divine, y que un San Valentín la oí tocada a la guitarra en un espacio
no-mixto por una cantautora lesbiana, me pregunto si realmente el tono de la
canción es satírico o se nos está pirando la pinza con esto del análisis.
-Bella enamorándose de su secuestrador. Bella
leía, pasaba de Gastón y quería viajar por el mundo: al principio de la
película, parecía que iba a molar a tope. Pero no, nos salió el tiro por la
culata, resulta que se quedaba con una Bestia agresiva a esperar cambiarla con
su amor.
-Tiana decidiendo que su sueño del restaurante, lo
más importante de su vida, ya no lo era tanto si le faltaba el amor de un
príncipe bastante despreciable al que conoció antes de ayer.
-Mulán renunciando a ser la mano derecha del
emperador para volver a la casa donde nadie le comprende ni valora demasiado.
Mulán mola muchísimo, por eso esta pequeña traición del final es más dolorosa.
-Pocahontas es la única princesa Disney que acaba
sin novio. Pasa totalmente de lo que le digan, ya sea escuchar a su padre o abandonar
su tierra por John Smith. Dejando el colonialismo aparte, Pocahontas es una
verdadera heroína eco-feminista. ¿Qué pasa? Que en la segunda película resulta
que sí se va de su tierra y además deja a John Smith por otro maromo. Las
generaciones Disney, ya completamente adoctrinadas en eso del amor romántico,
no se lo perdonamos jamás. ¿Véis como Disney nos jodió la vida?
Y por si alguien no se había dado cuenta... de esto es de lo que se está hablando (entre otras cosas): http://blogs.disney.com/oh-my-disney/2014/02/14/we-cant-handle-how-romantic-these-moments-are/?cmp=SMC|blgomd|OMDFebruary|FB|Romantic-Up|InHouse|021414||esocialmedia|||
ResponderEliminarLo de no dejarse seducir por el primer hombre al que se conoce (generalmente muy guapo) y quedarse con el segundo (menos guapo, pero más estable socialmente), ya lo usaba Jane Austen. Al menos, haber abandonado el amor de “Eres tú, el príncipe azuuul, que yo soñéééé”me parece un paso adelante.
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