domingo, 15 de mayo de 2011

Midnight in Paris


Cualquier tiempo pasado fue mejor. Es una frase que puede definir la carrera de Woody Allen, sobre todo viendo la vorágine de sacar película por año en la que anda metido el neoyorkino, muchas de ellas de escasa calidad, y que se alejan bastante de la genialidad de sus primeros años de carrera. Sin faltar a esta cita anual, Woody Allen presenta Midnight in Paris, una comedia romántica ambientada en la capital francesa. Y esta vez nuestro entrañable director se deja empapar de la nostalgia de la ciudad de la luz para recuperar un poco de esa magia en la que antaño bañaba sus películas y traernos un regalo encantador y muy recomendable.

 Midnight in Paris cuenta la historia de una pareja prometida que viaja a Paris en compañía de los padres de ella. El joven novio Gil (Owen Wilson) es un exitoso guionista de Hollywood que intenta debutar como escritor de novelas, y experimenta en este viaje un amor profundo por la ciudad de Paris, de la que queda encandilado, provocándole la nostálgica sensación de que cualquier tiempo pasado fue mejor, haciéndole llegar a la ilusión de creer que una vida diferente es posible mudándose a Paris.


Hasta aquí puedo contar sin desvelar el fantástico cuento en que se convierte la película. A pesar de que no quiero desenmascarar muchos detalles, me es imposible seguir hablando de la película sin destriparla para la gente que aún no la haya visto, para ellos recomiendo no seguir leyendo, puesto que uno de los puntos fuertes de la película es descubrir este sorprendente argumento poco a poco. Sugiero que volváis a pasaros por aquí una vez veáis Midnight in Paris, y continuéis a partir de estas líneas. Avisados estáis.

El argumento real de la película empieza cuando el bueno de Gil se pierde en la noche parisina y al dar la media noche es recogido por un antiguo coche para acudir a una fiesta. Lo que en un principio parece una fiesta de disfraces de época, resulta que se convierte en el sueño de Gil. Realmente ha viajado en el tiempo al París de los años 20 y se encuentra rodeado de la élite intelectual que poblaba la ciudad en aquellos años, en un argumento y estilo parecido a la genial La rosa púrpura del Cairo.

“Sois surrealistas, y para vosotros es fácil. Pero yo soy un tipo normal”

Gil viaja cada medianoche al Paris de sus sueños y entabla amistad con Scott Fitzgerald, Hemingway, Picasso, Man Ray, Buñuel, Dalí o el torero Belmonte entre otros, para regresar por la mañana a su época actual. Después de tirarse toda la noche de fiesta en tales circunstancias la resaca debe de ser de campeonato. En uno de sus viajes a media noche, al visitar la casa de Gertrude Stein, conoce a Adriana (Marion Cotillard), pareja de Pablo Picasso, de la que Gil se enamora perdidamente.


Los dos grandes alicientes de la película a partir de este punto son por un lado el continuo juego de ir descubriendo personajes históricos, basados en los estereotipos que tenemos hoy en día de ellos, pero que no llegan a saturar y en todo momento se muestran divertidos y sorprendentes. Sobre todo, y aunque de breve aparición, el Dalí de Adrien Brody, cuya escena puede ser sin duda el punto más hilarante de la cinta, con una interpretación del genio catalán increíble. Y por otro lado la posible relación que pueda surgir entre Adriana y Gil.

Tengo que reconocer que en un primer momento apostaba por catástrofe la elección de Owen Wilson como protagonista, pero de sabios es rectificar, y bajo mi opinión, clava el personaje de Gil, alter ego de Woody Allen, así pues, vemos a un Owen Wilson totalmente “woodyallenzado”  totalmente perfecto en su personaje y que sabe suplantar perfectamente al director. Como complemento tenemos a Marion Cotillard, musa de mi devoción, totalmente fantástica y más espectacular que nunca, en esta película despliega sensualidad, candidez y melancolía como solo lo he visto hacer a algunas musas de la nouvelle vague. La presencia en pantalla de la francesa hace que quedes hipnotizado con un simple parpadeo de esas pestañas infinitas, en un papel que le va a la medida de la que para mí puede ser la mujer más bella del cine actual.

Midnight in Paris en manos de otro director podría haberse convertido en un caos fácilmente, pero Woody Allen demuestra que de esto sabe un rato, y ensambla la película como un relojero suizo, dándole un ritmo perfecto y creando una cinta totalmente fresca y divertida de ver. Todo ello con un Paris de escenario totalmente idílico que provocará más de una visita a la ciudad del Sena después de ver la película.

Aunque no me considero fanático de Woody Allen, si que creo que es uno de los mejores directores que existen hoy en día, pero con sus últimos trabajos había perdido un poco la esperanza, sin embargo, como en la película, parece que el bueno de Woody se ha dado cuenta de que cualquier tiempo pasado fue mejor, y nos regala una de sus geniales historias con muchos ingredientes del mejor Allen, en una película muy divertida y que consigue que salgas del cine totalmente satisfecho y con una sonrisa de oreja a oreja. Qué grande es el cine.

3 comentarios:

  1. De acuerdo con todo lo que has dicho (bueno, igual tu devoción por Marion Cotillard queda un poco alejada de la mia)pero también me encantó el retrato que hace de Paris...poco me faltó tras salir del cine para irme al aeropuerto y trasladarme a la ciudad de la luz.

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  2. No estoy de acuerdo con que cualquier tiempo pasado fue mejor para Woody Allen, siempre ha alternado grandísimas películas con otras menos interesantes. De hecho, en la selección de 24Reflejos escogimos dos pelis de los 70, dos de los 80, una de los 90 y tres de los 00.
    En realidad de eso va la peli: los tiempos pasados no son mejores, tampoco para la carrera de Woody Allen.

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  3. Ellie las opiniones son como los culos, todo el mundo tiene uno.

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