Cuando la alegría y la melancolía son demasiado perfectas: Principiantes.

Probablemente lo mejor y lo peor de Beginners (Principiantes) sea lo mismo : la atmósfera que consigue crear. Son de esas películas que consiguen envolverte con una narrativa elocuente y un uso de la imagen inteligente. ¿Su problema? Se pasan de especiales. Parece que estas viendo la película encima de una nube y en el fondo de tu corazón solo esperas que se acerque la tormenta.

La película nos sitúa en dos momentos de la vida del personaje interpretado Ewan McGregor. Cuando tras la muerte de su madre, su padre (Christopher Plummer) le confiesa con 75 años que es gay. Su salida del armario no escatima en descubrimientos por muy mayor que sea su padre, no se rinde y busca el amor en esos últimos años de su vida. El segundo hilo temporal empieza cuando ya ha muerto su padre y conoce a una chica en una fiesta. Esta parte de la historia es la típica chico conoce a chica.

Pero, ¿qué pasa cuando has vivido tu infancia con unos padres que no estaban enamorados, viviendo con una madre insatisfecha y un padre reprimido? Pues que tiene toda la pinta de que tus relaciones personales van a ser difíciles, y esto es lo que le pasa a nuestro amigo Ewan.

Las actuaciones son geniales, la pareja protagonista tiene mucha química. La francesa Mélanie Laurent, que muchos de nosotros sólo la habíamos visto en Malditos Bastardos, está fenomenal como chica bonita, divertida, con toques de drama y unas gotas de locura (¿demasiado perfecta? puede ser, pero como ya os he dicho, la perfección es la condena de este film) Christofer Plummer interpreta a un hombre muy valiente que descubre el mundo gay, las discotecas y las relaciones esporádicas cuando ya llevaba unos años asentado en aquello que llaman la tercera edad. Te llega al corazón ver como se enamora por primera vez en su vida. Una actuación entrañable de la que solo tengo buenas palabras.

Pero de todas estas actuaciones, me faltan dos que fueron mis personajes favoritos: el perro y la madre. Divertidísimas las conversaciones entre el perro que tiene que cuidar Ewan McGregor tras la muerte de su padre y él. Por otro lado, el personaje de la madre, que aparece en pantalla cuando el protagonista rememora su infancia, es absolutamente trágico (¿os podéis imaginar casaros en 1955 con un gay?) sin embargo, quieren combatir esa situación aportándole una extravagancia exagerada, haciéndola demasiada especial, lo que es sin duda para mi uno de los defectos de la película. Un personaje así no creo que hubiese aguantado un matrimonio sin amor.

Y aunque es una historia alegre, la melancolía que sobrevuela la película, que rematan con la banda sonora, está constantemente acechándonos: la muerte, la infelicidad, no encontrar el amor... Está muy bien descrito en el cómic que hace el protagonista llamado ‘La historia de la tristeza’ : cuando se creó el mundo no existía la tristeza. Pero después vinieron las represiones, los marginados, los matrimonios infelices, el alcohol para olvidar...

En definitiva, el director Mike Mills, consigue una película bonita que te deja un buen sabor de boca, sobre todo por las grandes actuaciones y a la que le falta algo al guión, aunque no sabría decir qué. Sin embargo, en los tiempos que corren cuesta ver una película decente en el cine, así que le valoramos muy positivamente esta propuesta.