Cuando era más pequeña veía muchas películas, pero rara vez conseguía recordar el nombre del actor, actriz, director o directora…Simplemente recordaba escenas. Así es como en 2010 acudí al Festival de Cine Español de Málaga, sabiendo que Julio Medem recibiría el premio Retrospectiva y que yo no había visto ninguna de sus películas. Todo el mundo se indignaba cuando lo decía. Ni siquiera la tan conocida ‘Los amantes del Círculo Polar’. Así que me propuse empezar a estudiarle.
Por recomendación de una amiga,
comencé por ‘Vacas’, que me fascinó. Entusiasmada continué con la ya mencionada
‘Los amantes del Círculo Polar’ y, para ser sincera, sí, me gustó, pero me
fallaba algo…no sé el qué, pero es como que en sus películas siempre me quedo
como un poco a medias…Recuerdo que la vi en DVD en mi casa, eran las tantas de
la madrugada y toda mi familia dormía. Decidí poner los extras del DVD y elegí
los comentarios del director. Ese es, obvio, Julio Medem. Y me enganchó. Nunca
le había escuchado hablar y, he de reconocer con total ignorancia, que ni
siquiera le ponía cara.
Me encantó. Me fascinó él. En los
comentarios aparecía, si no recuerdo mal, en un primer plano. Él hablando,
conversando con la cámara, conmigo en este caso. Y creo que fueron sus ojos,
sí, debió ser eso. Conecté. Luego fui al Festival de Málaga. Y dio una rueda de
prensa. Habló y me sacudió nuevamente. Es increíble escucharle hablar. Debe ser
la pasión que desprende cuando habla de su trabajo, de lo que hace y de cuánto
disfruta con sus proyectos, sus personajes, sus compañeros y compañeras de
trabajo…tuve la sensación de que con un hombre con esa sensibilidad se debe
disfrutar absolutamente cada segundo de la vida. Vale, puede que esté siendo
algo exagerada. Pero es que es cautivador. Su presencia en Málaga no era sólo para
recibir el premio por su retrospectiva, sino también porque el último día del
festival estrenaría su último film: ‘Habitación en Roma’.
Ese día antes del estreno,
pensamos que no conseguiríamos entrar al Teatro Cervantes donde se proyectaba.
Pero, para sorpresa nuestra, la gente se quedó a escuchar al director y después
se fue. Una amable mujer responsable del acceso nos dejó pasar. Entramos en ese
teatro precioso y nos sentamos. Comenzó la película, escuchamos algunos
murmullos, gente molesta por la belleza que se mostraba en la pantalla. Y sucedió.
Fue un momento especial, indescriptible, mágico: la pantalla se quedó en
blanco, el negativo de la película desapareció, todo el teatro en silencio, a
oscuras y sólo iluminados por la luz del proyector. Se podían ver las
partículas de polvo a través de ese rayo de luz. Algunos aprovecharon para
levantarse e irse. Fue menos de un minuto y fue fantástico. La película continuó.
Y mientras salían los créditos y las luces continuaban apagadas, mientras la
música de Russian Red acompañaba, entonces empezaron los aplausos, muchos. La
gente no paraba. Incluso se levantaban de sus butacas de terciopelo rojo. Y las
luces se encendieron. En el palco estaba Medem, Elena Anaya y Natasha Yarovenko, emocionados por ese reconocimiento.
Al regresar de Málaga tuve la
suerte de ser avisada por una compi de la universidad de que un profesor iba a
realizar una excursión al Museo Thyssen. Me anoté y allí aparecí un sábado a la
mañana. El caso es que frente a un cuadro, no recuerdo cuál, el profesor mencionó
a Medem. Sí, casualidad o no, pasó. Y aproveché el momento para preguntarle si
conocía su último proyecto, el de ‘Habitación en Roma’. Afirmó y no sólo eso,
me contó que le conocía personalmente. Me confirmó lo que yo ya había
percibido, que se trata de una persona con una sensibilidad muy especial. Me
contó uno de sus encuentros, un día, por Madrid. Medem es único. Para entonces mi
admiración ya era inmensa.
Otro de sus films más míticos fue
‘Lucía y el sexo’. La vi recientemente, con amigas, y me impresionó. Joder, es
Medem. No se puede decir otra cosa… Después no volví a ver ninguna película más
de él y las hay (La Pelota Vasca, Tierra, La Ardilla Roja, Caótica Ana, etc.).
El caso es que cada vez que alguien nombra alguna de sus películas no puedo
parar de hablar de él, más que de sus películas.
Hace poco topé con este vídeo y
descubrí, gracias a una de las escenas, que sí había visto una película suya,
en La Semana del Cine Español de Carabanchel. Recuerdo perfectamente el
momento, las escenas, el coloquio posterior, ese maravilloso cine que ya no
existe. Resulta que la primera película que vi de Julio Médem fue La Ardilla
Roja y vengo a enterarme casi 8 años después.
Chile cambia hasta como escribes, Deb!! Es demasiado poético y apasionado para la lluviosa, sucia y triste península...
ResponderEliminarLa península es hermosa, poética y apasionada...:) Creo que ayer estaba especialmente inspirada.
EliminarQué bonito Deb.
ResponderEliminarUn abrazo,
Alex
Julio Medem es un ser que le está echando un pulso al Universo. Un pulso que está perdiendo. Medem en su obra está desvelando el mayor secreto del Cosmos. Otros autores ya lo hacen, como Terence Malick o el involuntariamente polémico Lars Von Trier, pero lo importante es que Medem es nuestro. La Madre Naturaleza nos lo ha regalado muy a su pesar. Y está siendo castigado cada segundo, cada mil millonésima de cada instante por difundir el secreto. Un secreto encriptado en el mensaje de cada una de sus obras. Julio Medem sufre y se condena por cada una de sus obras. Pero no tiene elección. Todo es causal. La Divina Comedia se ejecuta según se determinó en el Origen. Tan sólo queda que lo disfrutemos áquellos que hemos sido elegidos para ello. Pero, eso sí, no divulgues su secreto, o mejor dicho, El Secreto.
ResponderEliminarSaludos.