viernes, 16 de abril de 2010

# TE MO #


No existen historias nuevas. Lo que sí existe es una perspectiva diferente. Este es el caso de “El secreto de sus ojos”. Un crimen, una historia de amor, la justicia, la política y sus miradas. No es de extrañar que haya recibido un gran reconocimiento por sus espectadores: Soledad Villamil en un papel que le viene al dedo, Ricardo Darín en su papel de galán mujeriego aunque algo “lerdo” acompañado de uno de los personajes más entrañables (encasillado por papeles cómicos consigue una interpretación brillante, divertida y a la vez tan frágil), Guillermo Francella. Un malo capaz de poner al piel de gallina como Javier Godino y el eterno enamorado en manos de Pablo Rago.


Nos presenta un dilema que muy a menudo se trata en el día a día. Siempre hay crímenes. ¿Cuántas veces hemos visto en el informativo a las familias de las víctimas que han sido asesinadas? Lágrimas, ira, impotencia, rabia…el debate es claro: ¿cuál sería el castigo que se merece la persona que ha cometido ese crimen? ¿Qué es lo justo? La película aplica su propia justicia de tal manera que nos hace interrogarnos sobre la crueldad del ser humano, la venganza más dulce jamás pensada y el dolor de la pérdida.

La primera secuencia de la película te engancha directamente en un instante entre dos personas que se separan. Unas imágenes cuidadísimas, preciosas y muy evocadoras. Así sucede en casi el completo de la película. Una fotografia que impresiona por su calidez, por esa composición sin espacios en blanco, con la luz adecuada... Tanto, que a veces dan ganas de detenerla y enmarcarla. Planos que juegan continuamente con la profundidad de campo, desenfocando los personajes en función del interés, lo que genera un detalle al milímetro de lo que está sucediendo.

Hay un plano que no comprendí durante el primer visionado. Sin embargo, la segunda vez descubrí hasta que punto se ha cuidado cada detalle. Benjamín Espósito aparece en su casa, sentado en un escritorio de madera bajo una luz íntima. En off escuchámos su voz mientras redacta unas líneas. Tal vez un recuerdo, parte de imaginación con algo de realidad. Como el escritor crítico que no se convence de lo que escribe, tacha una y otra vez. El cansancio le invade. Se quita las gafas frotándose los ojos. La imagen se ve borrosa, desenfocada, algunas partes están enfocadas ¿qué ha pasado? Por un momento somos Benjamín Espósito, pero al intentar mirar a través de sus cristales lo vemos todo confuso…Es genial.

Otro de los temas que más me llamo la atención es ese continuo intercambio entre los espacios públicos y privados. Una metáfora que ya utilizó Alain Resnais en Coeurs cuyo título en castellano es Asuntos privados en lugares públicos. Junto a la “A”, las puertas ocupan un lugar fundamental, es divertido ver como lo que para unos es privado para los demás no merece un espacio especial, cómo las personas tardan en ponerse de acuerdo, en coordinarse y encontrar ese momento fugaz de empatía. Cuando uno quiere la puerta abierta el otro la quiere cerrada y viceversa, es uno de esos detalles que al verla te hace esbozar una sonrisa. Parece mentira que tarden 25 años en decidirse a cerrar la puerta.



Una banda sonora acojonante.

3 comentarios:

  1. Me ha gustado tu critica Debora, posiblemente la mejor escrita que te he leido, espero que no sea la ultima!

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  2. Se nota que has escrito sobre algo que de verdad te apasiona. Has sabido leer entrelíneas y me has descubierto algunas cosillas que no distinguí cuando la ví.

    Quizás le tenga que dar una segunda oportunidad. La película en sí me gustó, pero mis problemillas con el acento me impidieron disfrutarla todo lo que me hubiera gustado.

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  3. Coincido plenamente en todo lo que has dicho,el titulo TE MO original y adecuado haciendo referencia a la escena de Ricardo Darin escribiendolo en un papel TE MO y luego añadiendole TE A MO, muy bien expresado y mi felicitaciones

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