Dorian Gray vuelve, por tercera vez, a la gran pantalla. El retrato de Dorian Gray está basada en esa novela de Oscar Wilde que a tantos ha perseguido en forma de adaptaciones en las clases de inglés.
El retrato de Dorian Gray narra la historia de un joven de increíble belleza que, enamorado de su propia imagen y aterrado por lo efímero de esta, vende su alma a cambio de una eterna juventud. El tiempo pasa, sin embargo, por su retrato, en el que van haciendo mella los estragos que la vida de Dorian causaría en cualquier cuerpo. Mientras el joven se lanza a una vida de perversión y lujuria desenfrenada, probando todas las formas del placer y forzando los límites al máximo, su retrato va convirtiéndose en un reflejo de su alma: algo putrefacto, grotesco y tenebroso.
El retrato de Dorian Gray narra la historia de un joven de increíble belleza que, enamorado de su propia imagen y aterrado por lo efímero de esta, vende su alma a cambio de una eterna juventud. El tiempo pasa, sin embargo, por su retrato, en el que van haciendo mella los estragos que la vida de Dorian causaría en cualquier cuerpo. Mientras el joven se lanza a una vida de perversión y lujuria desenfrenada, probando todas las formas del placer y forzando los límites al máximo, su retrato va convirtiéndose en un reflejo de su alma: algo putrefacto, grotesco y tenebroso.
La película de Oliver Parker trata de contar esta historia, internacional gracias a la obra de Wilde y de las dos películas anteriores, desde un nuevo punto de vista, apostando por el erotismo como complemento del terror característico de la novela. En ambos aspectos se queda corta: a pesar de que El retrato de Dorian Gray trata de mostrar la lujuria y el placer de un modo explícito, todo se queda en un intento inocente por la provocación. Aunque el sexo es un elemento recurrente, tratado con elegancia y llenos de color y exotismo, ni esto ni la apuesta por el miedo explican que el film haya sido recomendado para mayores de 16 años. Las escenas de terror son predecibles y la respuesta no es tanto el susto, como el asco que produce la visión del retrato, lleno de larvas y gusanos.
El gran acierto de El retrato de Dorian Gray es, sin duda, su estética. Acierta Parker con su contrapunto entre el tenebrismo gótico y los espacios llenos de lujo y clase, metafórica representación de los dos perfiles de Dorian. Por un lado, los palacios, los jardines y las reuniones de té, muy al estilo La Edad de la Inocencia, son la imagen pública del chico, su eterna belleza y su aparente pureza. Por otro, los pasajes oscuros, los cementerios y el propio desván de la casa de Dorian, que recuerdan al Drácula de Coppola, reflejan su yo oculto, ese alma podrida que se ve en el cuadro.
Otro punto a favor de la película es Colin Firth en el papel de Lord Henry Wotton, amigo e inspirador de la filosofía de vida de Dorian. El actor inglés no sólo se convierte en el referente del film, si no que es capaz de compensar el poco salero de Ben Barnes, al que le cuesta media película encontrar el punto de su personaje. Aunque su imagen representa perfectamente el espíritu de Dorian, Barnes carece de la frivolidad que éste tiene en la novela y humaniza al joven en exceso. La transición de Barnes es demasiado sutil e incluso el trato con el diablo puede escaparsele a los que no conozcan la obra. Firth, sin embargo, carga con el peso de la película, con un papel de caballero inglés que recuerda al Mr. Dacy que le diera a conocer en Orgullo y Prejuicio (BBC). Completa el reparto Rebecca Hall, como la hija de Lord Henry, un personaje que no aparece en la novela.
Me ha encantado el análisis estético al más puro estilo Eduardo Blázquez jajaja.
ResponderEliminarHace muchos años que tube que leerme el retrato de Dorian Gray, y me encanto. Hasta ahora todas las adaptaciones que han llevado al cine son un sinsentido que se dejan olvidado aposta el espiritu de este gran libro, he visto mezclar terror y ciencia ficcion en estas películas y se olvidan de lo mas importante, la critica a los valores humanos y el conflicto interno de Dorian mas proximo a la metamorfosis de Kafka que a Dracula. Me parece que el cine se pierde una historia increible que siempre ha menospreciado.
ResponderEliminarUna critica muy bien escrita Bea.
Jajajajaja, pero total! Es una mierda que lo leais vosotros que habéis ido a clase con él, porque para otra persona seguro que parezco una erudita... xD
ResponderEliminarJajaja. De verdad que me ha encantado la crítica.
ResponderEliminarMe ha recordado a esa asignatura donde, al principio nadie sabía de qué iba ya que el hombre saltaba de la "Mujer ventana", a la cueva típica del jardín inglés, a los colores en el Drácula de Bram Stoker...
Y al final podemos decir hasta que aprendimos a encontrar el encanto visual de las imágenes. (Qué bonito me ha quedado)
Enhorabuena por la crítica!