jueves, 5 de julio de 2012

Amor y odio. Comer en el cine



Porque en la vida hay un momento en que te das cuenta que quien no está contigo, está contra ti.
Porque a veces, las medias tintas, no sirven, y hay que tomar una decisión.
Porque tus elecciones te definen.
Porque elegir un bando significa que serás vencedor o perdedor.
Y porque no hay nada como ponerse dramático cuando se inicia una sección, nace Amor y Odio...Porque este puede ser el principio del fin de este blog.


Comer en el cine


#Amor

"Quien piense en cine y no piense en palomitas, es que no ha entendido nada"

El cine nació como un espectáculo, un show que se veía en ferias. Como tal la comida estaba presente en puestos y carritos. Se puede decir que el cine nació con el olor de las palomitas haciéndose. Claro está que ha pasado mucho desde aquellos tiempos, y el cine, que simplemente mostraba escenas grabadas, que se exhibía como invento tecnológico, ha pasado a ser el llamado 'séptimo arte'. Pero recordemos nuestros primeros años yendo a las salas a ver una película. Te compraban palomitas, chucherías o aquello que más te apeteciese. Se entendía como un todo. Todos tus sentidos se deleitan, vista y oído claro, pero también olfato, gusto y tacto. Una experiencia completa. ¿Quién no ha estado pensando durante todo el día en esa película que tienes el ordenador que te pondrás mientras cenas?¿quién no ha disfrutado de un cine de verano con un bocata de tortilla?¿Quién no se ha puesto al lado de aquél chico o chica para poder compartir palomitas? Con suerte las manos chocaban en el cubo, proporcionando uno de esos primeros momentos de intimidad que te proporcionaba la oscuridad de la sala.

Por supuesto, aprecio mi vida, (y cada vez más mi bolsillo), y he tenido que limitar esos momentos de degustación a momentos concretos, y aunque en festivales de cines, salas de V.O y similares, dejo mi secreto placer para integrarme con los puristas del cine, de vez en cuando me voy al cine y dejo a mis cinco sentidos disfrutar. Laura


#Odio


¿Qué le pides a una sala de cine? Desde que empezamos a tener pantallas en todas partes (salón de casa, habitaciones, en el propio bolsillo) el cine dejó de ser consumible en un sólo espacio. Tampoco es necesario ir al cine para ver un estreno, están a un sólo click de ratón. ¿Por qué seguimos yendo al cine? Simplemente porque es una experiencia cinematográfica de completa inmersión. Una sala oscura con una pantalla grande. La película y tú. No suena el téléfono, no oyes a tus vecinos, nada ni nadie ni interrumpe tu concentración. Lo único que tienes que hacer es abrir los ojos y dejarte llevar por la película. ¿Por qué narices querrías comer en un momento así? ¿Cuando estás terminando un libro, con toda la emoción del momento, te paras a comer? ¿A que no? ¿Por qué c*** tienes necesidad de comer durante  esas dos míseras horas en las que la magia del cine te transporta hacia otro lado?


Mis intentos de empatizar con espectadores de tan malas costumbres son fallidos, lo sé. Pero cuando una ha ido al cine con la esperanza de sumergirse en la película y no sentir nada más, puede encontrarse con un peligro acechante: los comedores de palomitas. Son esos estúpidos compañeros de butaca que disfrutan a la vez de la película y de joder a los demás. Masticando ruidosamente. Sorbiendo coca-cola con una maldita pajita. En alguna ocasión, todos hemos deseado su muerte por asfixia.


El maíz pisingallo es un alimento digno. Puedes comerlo en un parque, puedes disfrutarlo en tu sofá. Déjanos las salas de cine como las queremos: un templo de silencio. ¿No te parece obsceno comer palomitas mientras Scarlatta O'Hara jura que no volverá a pasar hambre, Francesca no abre la puerta del coche para alcanzar a Robert, Nina enloquece con sus plumas de cisne negro? Irrespetuosos. Eli

8 comentarios:

  1. ODIO.

    Además hay una escala de odio dependiendo del alimento. Las nubes de chuchería estarían en lo más bajo y las garrapiñadas en el odio profundo.

    Me encanta esta sección!

    ResponderEliminar
  2. ¡Me gusta esta sección desde ya!

    Yo como en el cine. Como un montón. Y si no como es porque no tengo dinero. Pero intento hacer el mínimo ruido posible, que conste. Además, las palomitas son blanditas y suenan poco, ¿no? ¿no?

    p.d. Una vez metí alitas de pollo en el cine. Pero ya no hago esas cosas, ahora soy una ciudadana respetable.

    ResponderEliminar
  3. Jajaja. Han iniciado la sección las mejores en el arte del duelo!!
    Paren...
    Apunten...
    ¡Fuego!

    Esto promete!

    ResponderEliminar
  4. Yo que queréis que os diga, si voy al cine y no me tomo las palomitas, es como montarme en un coche que no tiene gasolina. Ese momento de tensión en el que estas enfrente de la pantalla con tus palomitas me parece perfecto. Es algo que viendo la tv en casa no puedes disfrutar de la misma manera.

    De todas formas estoy contigo en una cosa, no hay nada peor que entrar al cine y escuchar a tu vecino comiendo quicos o pipas. Pero es que me pasa lo mismo si estoy viendo la TV, ahí es cuando piensas lo de la muerte por asfixia!, natural claro!.

    ResponderEliminar
  5. Palomitas, palomitas!
    Laura 1= Eli 0
    Metiendo caña!

    ResponderEliminar
  6. Estoy aprendiendo con quién NO ir al cine jajaja

    ResponderEliminar
  7. Este tema es un motivo de separación entre amigos y pareja. Lo estoy viendo...

    ResponderEliminar
  8. No estáis a la última, porque la novísima propuesta muy española es un cartucho de taquitos de jamón serrano. Hacen menos ruido que las palomitas, no se meten las cortecillas entre los dientes, son más saludables, dan parecida sed,...

    ResponderEliminar