Quince años después del estreno de Toy Story I, no nos queda otra opción que quitarnos el sombrero y aplaudir hasta que nos sangren las manos a Pixar. Lo han vuelto a hacer. Si la primera película era el bautismo de la factoría, su primer largometraje, Toy Story 3 es la culminación de su éxito, su reconocimiento a nivel universal. No hay nadie en este planeta que quiera perderse esta película- o que vaya a lamentar haberla visto. Y reitero ese nadie. Entre una de las muchas bondades de la película, destaca su universalidad. Seas como seas, saldrás del cine con una sonrisa enorme en la cara.

La única queja que se puede enarbolar ante tanto grito de entusiasmo, viene de la mano del 3-D. En esta película, como me temo que en muchas otras venideras, el 3-D no sólo no hace que la experiencia del visionado sea más espectacular, sino que supone más una molestia que otra cosa. El afán de la industria porque volvamos a ir al cine de forma masiva está haciendo que nos claven gafas 3-D y entradas más caras a la mínima ocasión. Una recomendación: huir de las multisalas y ved la peli en 2-D, y en versión original (aunque tengo curiosidad por cómo han traducido las escenas del Buzz español). La opción de ver la película en versión original también encarece el precio de la entrada, pero no importa: Toy Story 3 merece cada céntimo que se paga por verla. Las palomitas se pueden traer de casa.
Mira que no tenía demasiadas ganas de verla... pero he leído tantas cosas buenas q tendré q ir...
ResponderEliminarEl corto es MUY superior a la película, que sigue estando genial. Son muy buenos estos tipos.
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