Gala Oscar 2008. Natalie Portman presenta el premio a mejor fotografía junto a un greñudo y barbudo Ben Stiller, con gafas de sol y chicle, que hablaba en murmullos y decía estar harto de “ser el tío gracioso”. El teatro reía con la imitación. Joaquin Phoenix contemplaba su propia parodia desde un ordenador a oscuras en su casa.
Una performance llevada al límite. El protagonista de I’m still here -Joaquin Phoenix haciendo de Joaquin Phoenix- decide abandonar la falsedad de la vida del actor de éxito para embarcarse hacia un nuevo horizonte profesional en el mundo del hiphop. La prensa se volvió loca. Mientras Hollywood se preguntaba ‘¿será una broma?’ las críticas, imitaciones y parodias del barbudo cantante no paraban de llover, publicitando sin querer el falso documental.
I’m still here es en esencia eso, una broma entre amigos que decide traspasar el terreno de la intimidad y saltar a escena en el mundo cinematográfico mediatizado. Joaquin Phoenix y su cuñado Casey Affleck se burlan del star system en este mockumentary que se convierte en performance. Como planteamiento es brillante: consigue que la propia prensa se ridiculice a sí misma, genera publicidad gratuita, se mofa de la supuesta altura del mundo del hiphop y explora la intimidad del artista, el desgarro de la fama y su caída en desgracia. En definitiva, tenía todos los ingredientes para presentarse como un experimento más que interesante. Tristemente, las buenas intenciones se han quedado por el camino.
De una manera decepcionantemente rápida, I’m still here pierde el interés de su arriesgada apuesta y cae en un aburrido viaje de habitación en habitación, de ciudad en ciudad, en busca del productor del disco de rap de Joaquin, quien va perdiendo amigos y autoestima y ganando en kilos y excentricidades. El montaje es tan pobre que lleva a pensar que se editó de forma cronológica, sin atender a ningún propósito narrativo ni tener en cuenta al espectador. El tono humorístico se agota en las primeras escenas y cae en un peliagudo espacio donde lo mostrado es demasiado terrible para ser risible, demasiado penoso para ser verdad, demasiado exagerado para ser honesto.
Aún así, Joaquin Phoenix está espectacular ante el reto de encarnarse a sí mismo y su (falsa) paulatina decadencia. Irónicamente, es esa cruda credibilidad de Phoenix lo que quita el tono humorístico del documental y lo lleva por terrenos más farragosos, demasiado enrevesados. I’m still here no es Spinal Tap, tampoco nada más serio. Es sólo una broma privada que llega muy lejos. Gran idea, mala resolución. Esta vez, la performance real supera a la falsa ficción.
Pues yo todavía estoy con mogollón de ganas de verla! A ver si tengo tiempo...
ResponderEliminarMe encanta Joaquin Phoenix! (es lo único que se salva de la absurda película de Gladiator!)
De hecho, el final de la crítica original era: Recomendable para amantes del falso documental en general, y Joaquin Phoenix en particular. Es un pedazo de actor (aunque mucha gente aún le odie por ser el malo de la fantástica Gladiator)
ResponderEliminarLo bueno de Phoenix es que es vegano y es el narrador del documental "Earthlings" siempre dijo que es una de las cosas más importantes que ha hecho en el mundo del cine.
ResponderEliminarEs vegano? qué bueno, aunque tampoco me sorprende, viene de una familia hippie y se crió viajando por latinoamérica...
ResponderEliminarJajajajaj, cómo caemos todos en nuestros personajes. Me encanta Manu, "lo bueno es que es vegano". xD
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