Chico & Rita

Es rara una película que cumpla absolutamente todas tus expectativas y que te brinde, además, un final que no te esperabas sobre todo cuando vas verla con tantas ganas como yo fui al cine. Chico y Rita es una historia de amor ambientada en La Habana pre-revolucionaria y en el Nueva York de los años cincuenta y cuenta la dificultad de dos cubanos mulatos de sobrevivir juntos gracias a su pasión: la música. Transmite sin rodeos lo que es, un homenaje al cine clásico, la música y la cultura cubana en todo su esplendor.

Los personajes son fuertes y complejos, aunque quizá es en ellos y en los acontecimientos donde se encuentre el punto más flojo de la película ya que, en algunos momentos, las decisiones tomadas por Chico carecen absolutamente de coherencia y valentía. Aún así, están llenos de encanto y, en todo momento, nos gustaría luchar contra las circunstancias adversas y “los malos” para que el amor triunfe. Los movimientos y gestos de los personajes transmiten mucha realidad y esas características especiales que tienen las animaciones que han sido rodadas anteriormente por personajes de carne y hueso que luego se han trasladado a dos dimensiones (otro ejemplo de esta técnica de animación es la película de Vals con Bashir).

Es impresionante el estilo de la imagen, con un dibujo tremendamente depurado, de formas sencillas con pocos trazos pero a la vez una cantidad de detalles sorprendente, sobre todo a la hora de mostrar las ciudades, llenas de referencias y encanto. La Habana es mostrada con colores cálidos y formas curvas y sinuosas que muestran el carácter y la soltura de los latinos y, a su vez, Manhattan es mostrada gélida, con colores fríos y acompañando el ascenso en la vida profesional de los protagonistas. Por su parte, las Vegas, es mostrada como lo que es, con todos sus neones, su dinero y sus prejuicios.

La música, aparte, no es sólo un acompañante de la historia sino su motor y su motivo. Con una banda sonora de quitar el hipo, se van recordando grandes temas del jazz, solos estupendos de piano y la voz calida de Estrella Morente que, finalmente, aparece para interpretarse a sí misma. Toda la cinta tiene el aire del excelente músico cubano al que está dedicada, Bebo Valdés, y, dicen, que se emocionó tanto cuando vio la película antes de ser estrenada que sólo por eso, le mereció la pena a su director, los seis años de trabajo. También, se pueden reconocer en los trazos algunos cameos de músicos y cineastas como el propio Fernando Trueba, Javier Mariscal o Chano Pozo.

Toda la propaganda en torno al acontecimiento especial de que Trueba se hubiera juntado con Mariscal para hacer una de las pocas películas de animación (y además con calidad musical) que se han producido en España, ha hecho que conociéramos a Chico y a Rita mucho antes de verlos en la gran pantalla por lo que corrían el riesgo de una gran decepción colectiva. Ahora tendremos que ver si tanta publicidad tiene las repercusiones pertinentes en taquilla y en éxito de crítica.