Aún conservo presente el efecto que deja el Cisne Negro, ese que solo pocas películas saben lograr, ese que hace que con el paso de las horas aún sigas dándole vueltas. Ese eco que acompaña a la sensación de salir del cine satisfecho, con la certeza de haber visto una película fuera de lo común. Una película dura, oscura, inquietantemente elegante, cercana y electrizante, que te envenena un poco con ella, que te marea a cada vuelta de baile, que duele y hace sentir miedo, un miedo que todos llevamos dentro, que Aronofsky conoce y explora en cada una de sus películas, buscando el límite humano como solo él sabe hacerlo en pantalla, un viaje hacia los demonios interiores, universales en las personas pero íntimos y solitarios en cada individuo, ese ángel negro que todos portamos y que en esta ocasión tiene plumas de más. Perfecto, ¿verdad?
Y es que tenía muchas ganas de ver el nuevo trabajo de Darren Aronofsky, después de haberse ganado mi expectación con sus anteriores trabajos, era una de las películas que con más ganas esperaba este año. En esta ocasión nos ofrece una película sobre una bailarina de Ballet llamada Nina, obsesionada con triunfar y alcanzar la perfección, que se encuentra ante la oportunidad de su carrera, interpretar la reina cisne en El lago de los cisnes, para ello debe ser capaz de representar al cisne blanco, personaje reflejo de su personalidad, toda inocencia y rectitud, pero también al cisne negro, sensual, descarada y desinhibida, personaje totalmente antagónico a ella. Si quiere ser capaz de alcanzar el triunfo y la perfección tendrá que recorrer un camino interior hacia su lado oscuro.
"La perfección no se trata solo de control. También se trata de dejarlo de lado."
La historia se centra únicamente, y como reina absoluta de la película en Nina, una impresionante Natalie Portman, obsesionada con llegar a la cima de su carrera, para lo cual sobrepasa sus límites mentales en la búsqueda de su objetivo, unos límites que hacen aflorar su subconsciente, que le lleva a romper la barrera física de su cuerpo, a desatar su sexualidad reprimida hasta ese momento, y a revelarse con todas las barreras que hay en su vida personal, principalmente su madre (Barbara Hershey) con la que aún sigue viviendo, sosteniendo su sueño frustrado de triunfar en el ballet, en que su hija triunfe donde ella no lo hizo, y sobreprotegiendo y presionando a esta. Para lograr ese cambio, Nina se apoya en la influencia de su alter ego Lily (Mila Kunis), odiada y amada en partes iguales, representa todo lo que ella no es, pero desea ser. Un cambio que cataliza Leroy, un Vicent Cassel en un papel destacable, como director de la compañía, un personaje que ocupa un lugar casi sagrado, su primera escena en la película entrando por la puerta de atrás, silencioso pero provocando una tensión palpable entre las bailarinas es brillante. Leroy es una especie de macho alfa al que Nina no cuestiona, un ser casi superior, en otro nivel. Y para terminar con el resto de personajes tenemos a Beth, encarnada por Winona Ryder, representando lo que puede llegar a ser Nina con el paso del tiempo, una artista en el ocaso de su carrera. Y no hay más, con un número corto de personajes Aronofsky logra una atmosfera cerrada y cercana a Nina. Dudo que sea casualidad el alto nivel de cada uno de ellos, sus actuación son para quitarse el sombrero, y parte de ese mérito debe recaer en su director, ya que todas sus películas son sinónimo de actuaciones a recordar.
Leí hace poco en una entrevista a Aronofsky comentar que no se consideraba un director de género. A parte de que al paso que va tal vez hay que inventar un “género Aronofsky”, ya que todas sus películas tienen ese sello personal propio que también él sabe plasmar, en El cisne negro nos encontramos contra una película opresiva, oscura, y que se aproxima a los elementos propios del cine de terror. Un terror sicológico que a medida que avanza la cinta va incrementándose en intensidad, acompañado de escenas de violencia y destrucción físicas bastante duras, sobre todo una escena de Winona Ryder que aún hace que se me pongan los pelos de punta. Para conseguir esa atmosfera claustrofóbica típica de Aronofsky, contamos con planos cortos, cercanos y en pocos escenarios a lo largo de la película. Ni siquiera en las escenas de danza nos da un respiro, lo que generalmente se rodaría desde la perspectiva del público, en esta ocasión da paso a planos medios en que prácticamente tenemos la sensación de estar girando al lado de Nina y estando encima suya en cada momento.
“Lo sentí, fue perfecto. Fui perfecta.”
La obsesión humana reflejada en El cisne negro por alcanzar la perfección se muestra definida en su espectacular desenlace final, una liberación y metamorfosis para alcanzar el objetivo deseado, pero a la vez efímero, como si se tratara de esos breves momentos al atardecer en que la luz lo baña todo, para dar paso a una larga oscuridad. Esa perfección solo es posible si se trata de algo único y momentáneo, de otra manera formaría parte de la vulgaridad de lo común, y esa es la idea que intenta plasmar Aranofsky, llegando a un final que no acaba en negro, si no en un blanco cegador para dar paso a los títulos de credito, todo ello englobado en un baile final liberador, donde esta vez si, una vez completado el paso al otro lado de Nina, disfrutamos del baile de los cisnes con toda su belleza, y su liberación nos hace flotar a la vez que lo hace un personaje desatado en todo su explendor.
El cisne negro es una película que merece verse, y tal vez tenga que verla más de una vez. Es una película que asombra y enamora la primera vez, pero tan compleja que descubrir todos sus secretos y detalles obliguen a tenerla en la estantería para saborearla de vez en cuando con el paso del tiempo, y disfrutar de la historia de una bailarina de ballet que se enfrenta al peor enemigo posible, uno mismo.
Jajajajajaja, después de un fin de semana en el que Black Swan ha sido el protagonista, creo que deberías poner un "CUIDADO SPOILERS" al principio. xDDD
ResponderEliminarA mi, personalmente, me dejó helada, por cierto.
Yujuuuuuuuuuuuu!! Al fin la ansiada crítica...Muy buena peli, veremos mañana si se le reconoce su mérito!!:D
ResponderEliminarDebo ser la única persona en el mundo al que esta peli no le encantó. Le reconozco su mérito pero es un tipo de película en la que no puedo pasarlo bien. Ya sé que es una limitación pero no puedo disfrutar en una película en la que paso miedo.
ResponderEliminarAún así, el Oscar a Natalie Portman creo que está más que merecido.
la gran ignorada de los oscars... Es incomprensible.
ResponderEliminarPara mí Mila Kunis se ha llevado demasiado protagonismo, Vicent Cassel es el que también brilla sin ser del todo eclipsado por la genial Natalie Portman.
Me pareció pretenciosa, infantilona y vistosa.
ResponderEliminarVamos , de 6 y pico. ;-)
Infantilona?
ResponderEliminarSí, como en general la forma de tratar los temas de Aronofsky. "Hola, soy una chica de porcelana que te voy a mostrar mi lado oscuro de la forma más obvia posible." Me recuerda a Thirteen, aunque algo mejor.
ResponderEliminarTiene una buena puesta en escena (aunque me agobie con sus recursos insistiendo) pero el tratamiento es de estudiante. Los personajes son más simples que un botijo y la película es levantada básicamente por Portman. Cómo toda la película gira respecto a ella, pues le hace ganar bastante. Pero vamos, sobrevalorada hasta el aburrimiento, igual que Requiem por un sueño.
Sin ánimo de ofender a nadie, es la típica película que todo el mundo adora por que les da miedo decir que si va de danza, del lago de los cisnes , del bien y del mal y encima tiene una cámara loca, entonces no es criticable.
En fin, quizás he sido muy duro, disculpad. Por cierto, recomendaría Mr Nobody.
Ah , las escenas de danza y la claustrofobia, te doy toda la razón. MUY bien hechas.
ResponderEliminarBueno no hay que pedir disculpas, cada uno tiene su opinion, aunque no la comparta para nada.
ResponderEliminarUn saludo.