Personajes: Leo y yo

Las razones que me llevan a escribir este artículo no tienen nada que ver con los suspiros adolescentes que se escuchaban en las salas de cine cuando la cara de Jack, bien grande en la pantalla, se acercaba hacia la de Rose para susurrarle al oído “¿confías en mí?” y los dos enamorados se besaban encaramados a la barandilla del Titanic. Mi cariño hacia Leonardo DiCaprio empezó mucho después de todo eso, después de la fiebre 'Titanic'  y de que la foto de este actor estadounidense colgara de la pared de toda quinceañera.

Bueno, quizás esto no es del todo cierto. Quizás Leo también colgó de mi pared algún día. Pero lo que hoy me empuja a escribir sobre él es que cuando todo el fenómeno “Leo-manía” se esfumó, lo que quedó fue un señor actor con una grandísima capacidad expresiva que, en mi opinión, nos ha dejado algunas de las mejores interpretaciones del cine de los últimos años. Y es que, puede que por reminiscencias de mi yo adolescente, o puede que por llevar la contraria a aquellos que afirman que un actor con cara bonita no puede ser un actor serio, defender el trabajo de Leonardo DiCaprio se ha convertido en mi caballo de batalla en las conversaciones sobre cine. Aquí van mis argumentos.

Leonardo DiCaprio ya apuntaba maneras desde pequeñito. Sus andanzas comenzaron en publicidad pero pronto se pasó a las series de televisión. Yo le conocí en 'Los problemas crecen', mítica serie de la infancia de nuestra generación (la de los veinteañeros), donde interpretaba a Luke, un chico un tanto conflictivo adoptado por la familia Seaver. Y es que los papeles de Leo siempre han girado en torno a personajes conflictivos o atormentados por su pasado o sus circunstancias. Prueba de ello son interpretaciones como las que tuvo en  'Diario de un rebelde', 'Romeo+Julieta' o 'La habitación de Marvin'.

Pero a pesar de ser un niño mono que encima interpretaba a rebeldes sin causa que se hacían irresistibles, la calidad interpretativa de Leonardo DiCaprio se pone de manifiesto en papeles mucho más difíciles como el de Arnie, el hermano discapacitado de Johny Deep en '¿Quién ama a Gilbert Grape?', una interpretación que, por cierto, le valió la nominación al Oscar.

Entonces Leo creció y tuvo que buscarse su hueco en la industria del cine. Tras el pelotazo de Titanic y su sambenito de estrella de moda, tardó en aparecer en papeles algo más serios. En mi opinión, el punto de inflexión fue 'Gangs of New York', de Scorsese, en la que interpretaba al líder de una de las bandas de los suburbios de Londres en el siglo XIX (actuación que pasó sin pena ni gloria). A partir de ahí llegaron sus mejores papeles: 'Diamante de sangre', 'Infiltrados', 'Revolutionary Road' y 'Origen' son para mí las mejores interpretaciones de la carrera de este actor.

Y todavía queda mucho. Habiéndo sido 3 veces nominado a los Oscar y 8 a los Globos de Oro (una de ellas ganador), ¿quién duda de que Leonardo DiCaprio es uno de los mejores actores del panorama actual? Bueno, pues aún así, todavía oigo a mi madre decir  “no sé, es que con esa cara de niña que tiene… no me lo creo”. En fin, Leo, tal vez no pueda ser de otra manera. Tal vez pasarás a la historia como el galán de la película más pastelosa de todos los tiempos, o tal vez serás recordado como el amor platónico y entrañable de la adolescencia... Mientras sigas dejándonos grandes películas, a mí me basta.