La carrera hacia los Oscar: 'La invención de Hugo'

La carrera hacia los Oscar llega a su recta final, pero no queríamos que la gran noche del cine nos pillara sin haber visto la última de Scorsese. “La invención de Hugo” opta a 11 estatuillas, entre ellas mejor película y mejor director. Es un particular homenaje al séptimo arte que rescata la figura de Georges Mèlies, uno de los pilares de la historia del cine que dedicó su vida a transportarnos al mundo de la ilusión y los sueños a través de la gran pantalla. Apta para todos los cinéfilos, nostálgicos, fantasiosos y amantes de los finales felices.

Cabría preguntarse cuántos terrones de azúcar de más se echó Scorsese en el café el día que decidió rodar “La invención de Hugo”… Y no lo digo a malas. Simplemente ha sido un agradable respiro en la trayectoria del director de películas como “Taxi Driver”, “Uno de los nuestros” o “Gangs of New York” esta fábula tierna y optimista, esta película para todos los públicos y todos los gustos. “La invención de Hugo” rinde culto a los comienzos del cine a través de la historia de un niño que, tras la muerte de su padre, vive oculto en la gran torre del reloj de la estación de trenes de Montparnasse (París).

La obsesión de Hugo (Asa Butterfield) es arreglar cualquier maquinaria o engranaje estropeado, ya que para él es horrible que las máquinas no puedan cumplir la misión para la cual fueron diseñadas. En especial Hugo anhela reparar un autómata, el único legado que le queda de su padre, pero no sabe que en el transcurso de esa misión se topará con la mismísima hija adoptiva de George Mèlies. Juntos, los dos niños descubrirán la figura de este cineasta y mago (interpretado por Ben Kingsley) que quedó prendado del invento de los Lumière y lo llevó hasta el máximo de sus posibilidades.

Trazando este paralelismo con las máquinas, Scorsese recalca la misión para la cual Mèlies fue traído al mundo: Hacer cine. Hacer soñar al público con sus ilusiones ópticas y sus historias rebosantes de creatividad e imaginación. Éste es su particular homenaje y, como no puede ser de otra manera, lo lleva a cabo a través de la fantasía, de la magia y de la ilusión. En un ambiente de cuento magistralmente conseguido gracias a la fotografía y la dirección artística, “La invención de Hugo” nos cuenta esta historia en clave de humor y con muchos guiños literarios y cinematográficos. Vamos, que te deja con una sonrisa de oreja a oreja.

Merecen una mención especial las historias paralelas que, al más puro estilo Amélie, se suceden como telón de fondo entre los personajes de la ajetreada estación de Montparnasse. Dotados de una excentricidad un poco forzada a veces, estos personajes (muy bien interpretados, por cierto) enriquecen la historia y redondean el dulce (y tan dulce) pastel que nos ofrece Scorsese.

Ante todo, “La invención de Hugo” es una película bonita en todos los sentidos. Es, desde luego, un regalo para la vista que nos deja increíbles imágenes y planos secuencia. Y también es un regalo para la memoria del cine y de aquéllos que imaginaron cómo sería poder contar cualquier historia imaginable a través de un rollo de negativo y un proyector. He de reconocer que yo lloré un poquito de la emoción. 9