En lo más crudo del invierno con "Juego de Tronos"

Corría el año 1996 cuando un prolífico guionista de series de Hollywood decidió dejar su vida en los Ángeles e instalarse en Santa Fe (Nuevo México). No era un hombre joven, a los 47 años nadie puede olvidar el peso de la edad sobre la espalda, pero sus ojos brillaban con el entusiasmo de un colegial.

Tenía una idea, una buena idea.

Ese tipo afable, rechoncho y de ojillos de niño se llamaba George, y probablemente nunca imaginó (y eso que él tiene una imaginación envidiable) lo que se le venía encima. Dicen que Tolkien tardó una década en dar forma al “Señor de los Anillos”. El bueno de George lleva ya 15 años plasmando en palabras la idea que le hizo escapar del frenético mundo del guión.

Los cuatro primeros volúmenes de su “Canción de Hielo y Fuego” (Juego de Tronos, Choque de Reyes, Tormenta de Espadas y Festín de Cuervos) han tenido un periodo de gestación lento y pesado, y no son pocos los fans agoreros que temen que los tres últimos nunca vean la luz. Al fin y al cabo, George, como Tolkien en su día, está dando las últimas pinceladas a su obra maestra en plena senectud. La comparación entre estos dos genios no es casual, pues muchos les ensalzan como los grandes impulsores de la literatura de fantasía.

Si un grupo de ávidos lectores han podido darse cuenta de ese hecho, no es de extrañar que sus antiguos colegas en Hollywood también le siguieran la pista. Afortunadamente para nosotros, la primera cadena en fijarse en la saga fue la muy aclamada HBO. Conocida por sus series realistas y maduras, HBO vio en el 2007 la oportunidad de engrosar con un nuevo éxito su impecable vitrina, donde ya descansan títulos dorados como “Six Feet Ander”, “Los Soprano”, “Roma” o “The Wire”.

HBO era la cadena perfecta para dirigir este “Juego de Tronos”. Como dos amantes destinados a encontrarse, sólo la televisión que “no es televisión” ("It's Not TV, It's HBO") podía respetar el tono adulto y descarnado de la obra de George R.R. Martin. Viendo los primeros capítulos uno puede darse cuenta de que ningún tema tabú quedará a la imaginación: la prostitución, la violencia, el incesto o la traición están a la orden del día en Poniente, el mundo de “Juego de Tronos”. Y la pantalla nos lo mostrará sin tapujos ni medias verdades.

Aunque la serie no sólo refleja los aspectos más oscuros del viejo continente, ya que la obra de George es una historia de matices. Alejada de la fantasía tradicional de elfos, enanos y trolls que instauró Tolkien, Martin centró su historia en un mundo fundamentalmente de humanos. Y si algo tenemos los humanos es una inmensa capacidad de amar y odiar, de saltarnos la barrera del blanco y el negro para sumergirnos en el inmenso océano de los grises.

En este sentido es fácil adivinar que los personajes son el eje central de la historia. Son ellos los que con sus frases ocurrentes y su particular forma de afrontar la vida vertebrarán cada capítulo y nos harán reír o… llorar. A la altura de la prosa del autor, los actores elegidos son un casting excelente.

Por destacar algunos quiero fijarme en Sean Bean, que pronto nos hace olvidar su papel del traidor Boromir en el “Señor de los Anillos”, para convertirse en el hombre más honorable que nunca hayamos conocido. Peter Dinklage, que en su rol del enano Tyrion Lannister, se agigantará ante nuestros ojos hasta el punto de que contemos los segundos que faltan para volverle a ver en pantalla. Y tampoco me olvido de la sensual y magnética Emilia Clarke, que aunque al principio no me convenció, se ha convertido por derecho propio en la princesa perdida Daenerys Targaryen. Os aconsejo a todos que disfrutéis la serie en VO, pues estos actorazos y el elenco que les siguen bien lo merecen.

En fin, solo me queda recomendar a fans de los libros y a profanos que se acerquen y se dejen envolver por los 550 minutos que dura la primera temporada. La ambientación es inmersiva y el uso de la fotografía cambiando de tonos fríos a cálidos según el clima de las diferentes regiones, todo un acierto por parte del equipo de realización. Da igual si ya te conoces el final de la historia o es la primera vez que te sumerges en poniente, Juego de Tronos engancha por igual.

En un mundo en el que los inviernos duran décadas, en un mundo en el que cuatro grandes familias se enfrentan por un trono de codicia y ambición, en un mundo en que vivir o morir depende de tu habilidad en el tablero de la política y la guerra, en un mundo en el que la magia harto tiempo olvidada parece querer despertar, en un mundo donde los cuentos de leyenda se hacen realidad… hay un sitio para todos nosotros. Encended la tele y disfrutar.

El invierno ha llegado y esperemos que se quede por mucho tiempo.