Siempre nos quedará el sofá

ARSÉNICO POR COMPASIÓN

Iniciamos nueva sección en 24 reflejos. Comienza el verano y las interminables tardes en  nuestras casas hasta que el sol da una tregua y podamos salir a la calle. Y desde la redacción pensamos que qué mejor que pasar el tiempo viendo una gran película. Cada quince días os recomendaremos lo mejorcito que nuestros ojos han visto para amenizaros esas horas en casa.Hoy comenzamos con Arsénico por compasión, la fantástica película de Frank Capra estrenada en 1944. 

La premisa inicial es simplemente genial. Por un lado tenemos a Mortimer Brewster, interpretado por Cary Grant en una de esas actuaciones que nadie puede repetir, solterón empedernido que se acaba de casar. Para dar la buena noticia va a ver a sus encantadoras tías, tía Abby y tía Martha. Estas bondadosas señoras son las típicas que hornean bollos para dar la bienvenida a los nuevos vecinos, la descripción de la honradez, la amabilidad y el cariño maternal. Pero no todo es tan inocente e idílico como aparenta. Estas mujeres, en un acto de profunda caridad, asesinan con arsénico a todo ancianito solitario que recala en su puerta. Todas unas asesinas en serie con 12 muertos en su sótano.

Para completar el cuadro están los dos hermanos de Mortimer. Por un lado Teddy, un loco encantador que se cree Theodore Roosevelt y que grita “carguen” cada vez que sube las escaleras a todo correr, imitando la famosa carga de Roosevelt en la colina de San Juan. Y por otro lado aparece también Jonathan, hermano desaparecido durante años que regresa de pronto a la casa donde se crió, para esconderse de sus fechorías acompañado de su cirujano plástico que acaba de operarle para que nadie le reconozca.

"¡La locura corre libre por mi familia, prácticamente galopa!"

Cary Grant hace una actuación estelar lidiando con la locura de su familia, asumiendo que este también será su destino. ¿cómo acabará este embrollo? Si aún no te has decido a averiguarlo te dejo una de las mejores escenas para que no puedas evitar ir a descubrirlo.

Disparatada comedia con un escenario prácticamente fijo, ya que está basada en una obra de teatro de Joseph Kesselring. Los personajes entran y salen de forma vertiginosa. Voy a caer en el tópico y decir que es una de esas películas de las que ya no se hacen y de obligado repaso cuando te quieres echar unas risas. El blanco y negro, la estética y las actuaciones son la perla para recordar este título siempre que me piden una recomendación.