Howl es una película interesante porque siguiendo el camino que ya abriera I'm not there, presenta una biografía que no pretende sintetizar toda la vida del personaje, ni dar una interpretación cerrada de su obra. A través de la fragmentación del personaje en cuatro escenarios independientes, la película avanza, con un estilo que cabalga entre la ficción, el documental y el cine experimental. Sus directores, Rob Epstein y Jeffrey Friedman, tienen una trayectoria de documentales LGBT, y en Howl, su primera incursión en ficción, plasman esa herencia en la estética y estructura del filme.
El primer eje narrativo de la película es el protagonizado por James Franco, que en una entrevista en su casa desarrolla los motivos que llevaron a escribir el poema Howl, lo característico de su obra, su juventud. Franco hace aquí una interpretación destacable, pese a los recelos que pudiera despertar en un primer momento. El guión está escrito a través de declaraciones reales del propio Allen Ginsberg, lo que ayuda a dar credibilidad a la situación. Además de presentar al personaje en una entrevista en profundidad, hay una interesante reflexión sobre la literatura y la vida, sobre la finalidad del arte, sobre el poema Aullido desde la perspectiva de su creador.
El segundo eje narrativo va en consonancia con el primero: son flashbacks en blanco y negro de la juventud de Ginsberg, sobre todo en relación con su homosexualidad y primeros amores. La interpretación de Franco flaquea bastante más en este bloque, que resulta un tanto repetitivo ya que no aporta información nueva, sino que se limita a recrear las escenas que el Ginsberg más adulto ya narra en la entrevista y de forma más interesante. Las escenas de la lectura de poesía son repetitivas -sólo vemos las caras arrebatadas de sus oyentes- y otras, como en la que la mujer de su amigo les pilla en una situación comprometida, son simplemente absurdas e innecesarias. Éste es el escenario más convencional y menos interesante, y podría ser eliminado de la película sin que ésta se resintiera.
El tercer escenario de la película no está protagonizada por Ginsberg sino por el poema Aullido. Es la narración del juicio contra el editor por la obscenidad del poema. Este breve esbozo de la obra cuenta con un gran reparto: John Hamm -quien demuestra una vez más lo bien que le sienta el papel de hombre profesional de la década de los 60- Jeff Daniels, Treat Williams, Mary Louise Parker y Bob Balaban. Esta parte recoge una interesante reflexión sobre la censura y dónde reside el valor de las obras literarias.
El cuarto escenario de la película está integrado por una secuencia de animación que ilustra el poema Aullido. Con influencias de El Muro, de Pink Floyd, escuchamos el poema en voz en off mientras las imágenes nos hacen viajar por la América de Aullido, un poema que marcó a una generación. Es la parte más experimental y valiosa de la película, un auténtico espectáculo visual.
Howl comparte bastantes elementos con I'm not there, tanto positivos como negativos. La estética está muy cuidada, hay buenas interpretaciones y el montaje ensambla de manera magistral los diferentes fragmentos de la historia. Sin embargo, lo arriesgado de la apuesta puede hacer que muchos espectadores que no conozcan o no tengan interés por Allen Ginsberg se queden fuera. Al mismo tiempo, la película tiene un ritmo desigual que tarda en atraer la atención y cae en ocasiones en la reiteración aburrida. No es una obra maestra como era I'm not there, pero es una buena película que ofrece la posibilidad de conocer a un gran personaje y su obra.
Parace interesantón...
ResponderEliminary que tengo que ver I'm not there...!
habrá que verla, aunque James Franco no me convence nada de nada...sólo hay que ver el trozo de Aullido que recita para imaginar que será asesinable...
ResponderEliminarMe ha gustado la parte de la animación aunque no he entendido una sola palabra. Habrá que ver la película.
ResponderEliminarMe gustó mucho la animación del poema, los diálogos del que sería Ginsberg me gustaron mucho, en especial la mirada desde la libertad de expresión que se le da a la homosexualidad implícita en aullido (el poema).
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