sábado, 23 de julio de 2011

Fiebre del sábado noche: En la boca del miedo

Muy de vez en cuando y para alegría de los aficionados al género, un director veterano (o no tanto) se ve capacitado para elaborar un discurso que profundiza de manera extraordinaria en aspectos poco usuales. Si algo se le ha reprochado al cine de terror a lo largo de su historia es la ausencia de profundidad en los temas importantes a favor de otros aspectos de cara a un acabado más comercial; sin embargo y como cada fin de semana, 24 reflejos se pone en marcha para pasarse el primer párrafo de la actualización del sábado por el forro.


Nuestra recomendación para esta noche,  En la boca del miedo, representa a esa rara lista de películas de terror que no sólo resultan perfectas en su ejecución sino que además se atreven a lanzar reflexiones muy valiosas sobre cuestiones que extrañamente veremos en una película de tales características. El uso que se realiza de la literatura en la representación cinematográfica, la, en teoría, incompatibilidad entre lo que se percibe en el mundo real y la creación literaria –no por haber sido concebida una idea en la cabeza de alguien tiene que ser menos real que lo que se nos presenta diariamente- la fe o el arte como elemento impulsor  de los individuos que pueblan nuestra sociedad son algunos de los puntos que de una manera inteligente y sutil son introducidos para asombro del espectador. Todo, como viene siendo habitual en el cine de Carpenter, aderezado con grandes dosis de humor, una acertada puesta en escena que no repara en delirios de todo tipo y ciertos guiños de complicidad a nosotros, los que observamos al otro lado e indudablemente somos parte activa de la película en todo momento.

No sería justo acabar esta breve recomendación sin citar a Sam Neill, divertidísimo en un papel que exige una variedad de registros considerable y que se vuelve más exigente conforme la intensidad de la propia historia aumenta, y a Jeff Ginn y Peter Grundy, encargados de la dirección artística y responsables del milagro de la creación de Hobbe’s End, un pueblo que esconde, tras las blancas vallas de madera y preciosos jardines, inconcebibles secretos que tumbarían al más pintado. Todo un trabajo de ambientación, ideas claras y afilados diálogos que hará ronronear a los aficionados y abrirá puertas a los escépticos y poco reacios. Confiad en DRIEDUP esta noche y mandad a vuestros amigos a paseo. Con todos ustedes, el único e irrepetible John Carpenter. 

2 comentarios:

  1. Aunque no he visto En la boca del miedo, coincido contigo en que Carpenter es un genio. Me gustaría lanzarte el guante a que un día hables de La cosa, para mí obra maestra como pocas y una de mis películas de culto. Tal vez salga de la temática de tus febriles noches de sabado.

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  2. Me la apunto para uno de esos días en los que tenga que aguantar toda la noche sin dormir, que seguro que me es útil. El terror no es lo mío, pero la verdad es que ésta tiene buen aspecto.

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