jueves, 24 de marzo de 2011

"Hold me... and Never Let Me Go"

¿Dónde quedaron las maripositas en el estómago ante los besos torpes de la infancia? Ese momento en el que un chico, imberbe y comúnmente bajito, se acerca (ya sea cohibido o chulito, a elegir lo más evocador por el lector) a una chica, que suele ser más alta, y le da un beso en la mejilla. De pronto el mundo se para, da un vuelco y niño y niña no terminan de tener muy claro si eso es amor o es que les ha sentado mal el desayuno. Ni tanto ni tan calvo, supongo. Más bien unas ganas locas de hacerse mayores, de hablar de cosas de mayores, de sentir cosas de mayores. Pero son cosas que, no nos engañemos, nadie olvida. Ya sea porque mordimos al consiguiente acompañante o porque, en una explosión de cursilería, le regalamos una flor y un dibujo, esas primeras aventuras amorosas despertarán nuestras sonrisas toda la vida.


Kathy H. canturrea abrazada a una almohada, en la paradójica intimidad de la habitación que comparte con otras diez o veinte niñas. "Hold me and never let me go"... Nunca me abandones comienza como una película tierna, inocente y optimista, dentro de lo terrible. Nos narra la vida de tres niños, Kathy, Ruth y Tommy. Iguales a pesar de sus diferencias, con un destino común, con un futuro ya decidido. Humanos artificiales. Bordea bien esta historia de niños que se hacen mayores, entre la dureza y la ternura. La primera parte, la historia de colegio, de primeros besos y de miradas inocentes es probablemente la más emotiva y la más conseguida.

Sin embargo, con la madurez llega la frialdad y los personajes se vuelven cada vez más planos. ¿Dureza y estoicismo al enfrentar el futuro? ¿O simplemente una falta de matices en los protagonistas? Sus historias abandonan la dulzura para volverse deprimentes. La ausencia total de momentos felices y de sonrisas insensibilizan poco a poco, de tal modo que el final carece de ese golpe de efecto indispensable en todo dramón que se precie. Los final lacrimógenos se construyen en base al contraste: el contraste entre lo feliz y lo triste, lo bueno y lo malo. Aquí, la ausencia de uno nos inmuniza contra lo otro.

Lo que sí merece una mención aparte es la forma que tiene la película de desdibujar el drama médico, como si la moralidad que rodea a la genética estuviera fuera de lugar. Ahí sí que la frialdad cobra un sentido especial y aporta realismo a la película. Lo demás, el colegio y las casitas a lo Jane Austen, los verdes muy verdes del paisaje y su importante componente músical contribuyen a crear esa ilusión, esa idea de cuento que tanto recuerda a otras producciones inglesas como Expiación o la mismísima El discurso del Rey

Nunca me abandones gusta o disgusta según sean las expectativas que de ella se tengan. Para los que no la conocen, para los que se acercan desde la ignorancia o el escepticismo, conmueve y emociona. Para los que buscábamos dramón sensiblero para la tarde-noche del domingo, acaba sabiendo a poco.

8 comentarios:

  1. Yo tengo claro a lo que voy, así que me gustará xDDD.

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  2. Me consideraré escéptica para intentar disfrutarla más!! Creo que el director de Expiación se ha metido a produccir una peli española...os suena?

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  3. Y digo yo... ¿No están un poco creciditos estos actores para interpretar el primer amor? Porque según leía la crítica, pensaba en 14, 15, 16 años; edades que dejaron atrás hace un buen rato :P

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  4. Carey Mulligan tiene carita de 16!, si no mirad en An Education! xD. Y con Keira no te metas (dios, en la foto del cartel es igual que yo imitándola xD).

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  5. Keira, esa actriz que nunca cierra la boca XD

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  6. Eli, el primer amor lo interpretan unos niños monísimos y que molan mil veces más... nLuego lo que pasa es que no saben evolucionar hacia el segundo amor y se quedan estancados.

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  7. Jajajaja. Me estoy imaginando a May con la boca abierta a lo Keira Knightley!!

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