Viernes 16
Intruders, de Juan Carlos Fresnadillo, fue la película que abrió el festival y nos dió la bienvenida a Donosti. Esta coproducción, rodada entre Londres, Madrid, Oxford y Segovia juntó a un reparto de lo más interesante (Clive Owen, Pilar López de Ayala, Daniel Brühl y una breve aparición de Héctor Alterio) para un thriller de terror relacionado con la herencia familiar de los miedos y las pesadillas infantiles. En la rueda de prensa, el director nombró incluso a Jodorowsky -"el gran Alejandro"- y la influencia de la psicogenealogía, "la familia como el lugar donde empieza la estructura emocional de cualquier ser humano". Hablando de cómo llegó a escribir el guión, Fresnadillo reconoció su origen en los cuentos que le contaba su madre cuando no podía dormir: "historias familiares, secretos, cosas oscuras. No puedo contar más, mi madre me mata si desvelo alguna". Como en sus proyectos anteriores, el autor declara su preferencia por aquellas películas que unen la fantasía y la emoción, "cómo lo sobrenatural forma parte de la propia naturaleza humana, y cómo participa lo humano en lo sobrenatural".
Pese al buen reparto y lo cuidado de la producción, la historia no nos convenció ni en su lado sobrenatural ni en el más humano. Aunque quizás haga buena taquilla, flaquea en la sección oficial.
Los pases de prensa de El árbol de la vida y George Harrison: Living in a material world coincidían después de comer. Que la primera fuera la ganadora de la Palma de Oro en Cannes en la última edición, y la segunda durara nada menos que 208 minutos (aproximadamente 3 horas y media) rompió completamente en equilibro entre ambas. El árbol de la vida se llevó toda la atención (y sobre la que haremos una crítica más detallada) mientras que en el documental de Scorsese sobre el tercer beatle sólo acudieron periodistas anglosajones, anglófilos y fans irredentos del grupo de Liverpool. El documental es una gran aproximación a Harrison, especialmente enfocada en su etapa beatle, con material ya conocido por los más fieles seguidores (escenas directamente fusiladas de Beatles Anthology) pero con muchas más entrevistas. Impagables las presencias de Phil Spektor reconvertido en señora, Yoko Ono lanzando cuchillos por la espalda a Paul cada vez que tiene ocasión y Eric Clapton declarando su amor incondicional por George a la vez que justifica cómo le levantó a la esposa ("era como Camelot, y yo era Lancelot"). Divertido a ratos, emotivo en otros y siempre interesante, Scorsese vuelve a cumplir con las expectativas, como ya hiciera en la imprescindible No Direction Home. Siga produciendo documentales tan buenos, por favor.
Tercera sesión del día con No habrá paz para los malvados, de Enrique Urbizu. Con este thriller policiaco, con ecos del narcotráfico y atentados terroristas por Madrid, y el estreno de Intruders (ambos en el mismo día) parece innegable la llegada de los géneros al cine español. La película ha tenido una acogida diversa entre el público del festival y nuestra propia redacción: no llega a convencer del todo ¿pero defrauda sus propias expectativas? Lo que sí está clara es la química entre Urbizu y Coronado a la hora de componer un personaje acabado y patético que huye del arquetipo del propio héroe. "Con Urbizu me tiro de un barranco", dijo Coronado en la presentación, declaración a la que se sumó todo el reparto presente y sus productores. Urbizu hizo gala pues del mismo carisma en la rueda de prensa que el que tiene en sus clases en la Universidad Carlos III, y es bastante.
Y antes de ir a dormir vemos el espectáculo 3-D que ha hecho Win Wenders sobre Pina Bausch, todo un homenaje a la coreógrafa guiado por la memoria de sus bailarines, y sus increíbles coreografías en escenario y a lo largo de la ciudad. Pina es todo un espectáculo visual, y la despedida perfecta de una jornada de cine, para soñar con movimientos increíbles en escenarios oníricos.
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