Cuando se pregunta por la película de terror mas efectiva, no hace falta recurrir al sempiterno top ten de mejores films de horror de toda la historia. Muchos de los ejemplos mas aterradores que se han rodado ni siquiera pertenecen al genero mencionado, y a nadie en su sano juicio se le ocurriría cambiar las etiquetas ante el principio de duda. De querer resolver un misterio al que algunas horas hemos dedicado en Fiebre del sabado noche, deberíamos empezar por aquellas cintas que despierten un seco escalofrío dentro de nosotros, paralizados hasta el fin de la proyección, temiendo que el destino sufrido por los personajes pase a formar parte de nuestro cúmulo de experiencias. Empecemos, como no podría ser de otra manera, por Esplendor en la hierba, de Elia Kazan.
Quizás pocos fueron los visionarios que, hace casi cuarenta años, pensaron que Esplendor en la hierba merecía mención especial en una sección dedicada al cine de terror. Pero si nos detenemos un momento a observar muy hondo en la mirada de los personajes protagonistas, descubriremos que nadie en la historia del cine ha sufrido tanto, ha pasado por tanto y se ha arrastrado en peores condiciones ante la mirada atónita de un espectador inmóvil. El terror prefabricado y que esperamos casi con jubilo para amenizar una calurosa noche de verano se convierte en pasatiempo si decidimos compararlo con una de las pocas historias de Hollywood que consigue mantenernos en vilo y hacernos sufrir una verdadera pesadilla.
¿Y cual es ese factor sorpresa que se incluye en la historia entre Bud y Wilma para revolvernos con tanta furia? Probablemente una mirada al abismo, desde una posición, un lugar y en unas circunstancias perfectamente reconocibles por todos. La inclusión de una reflexión sobre la perdida de la cordura ante la imposibilidad de lidiar las imposiciones familiares con los propios deseos. Sobre la perdida de la juventud en un estado de euforia malsana, provocado por la incomunicación y la ignorancia, y que finaliza con un plano inmortal en el que ambos personajes, acabados y asombrados ante el paso del tiempo, se despiden tímidamente de una época idealizada que jamás volverá a repetirse.
Esplendor en la hierba es un relato de terror difícilmente soportable, tal es el ímpetu que se emplea en curvar la espina dorsal de los personajes para, al final, grabar sus rostros en un estado de pasividad y aceptación totales. Un conformismo ante la tragedia que activa lo que cualquier director de cine de terror desearía profundamente, y que permanece en nuestra base de datos durante años, mucho después de haberlo olvidado.
Recuerdo la escena de la fiesta y la de la bañera como los momentos de mayor decadencia humana recogidas en cualquier película que he visto en mi vida. Pone los pelos de punta. (Y que luego dijeran que Natalie Wood era una mala actriz!!!)
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