jueves, 10 de diciembre de 2009

Sexualidad en pantalla: Innovaciones

El cine actual se ha dedicado a copiar patrones eróticos que ya existían en el cine clásico. Es el caso de las Lolitas, los vampiros o las mujeres fatal. Estereotipos que se repiten una y otra vez como iconos sexuales sin que haya ningún tipo de novedad.
Quizás las mayores innovaciones en cuanto a la representación del sexo en pantalla vengan de la mano de cineastas como David Lynch, David Cronenberg o Stanley Kubrick, los únicos que consiguen romper con lo establecido para mostrar una sexualidad más bizarra y oscura y reflejar las perversiones más retorcidas del ser humano.

En Mulholland Drive (David Lynch, 2001) los personajes se mueven entre realidad y ficción, sueño y pesadilla, verdad y mentira. La película entera crea un clima de misterio y perturbación. Una escena que te adentra en el juego de la confusión y el deseo es en la que Betty (Naomi Watts) acude a una audición para una película. Allí, se pone a fingir una erótica escena con otro de los actores. Susurros, respiraciones entrecortadas, primeros planos de manos, muslos, cuello y labios consiguen que el espectador se meta en la película dentro de la película, juego que utilizará Lynch para confundir más al público.
Otra de las escenas a recordar es en la que Betty y Rita (Laura Harring) tienen su primer encuentro sexual. Como ya he comentado anteriormente, el uso de las secuencias lésbicas es uno de los más recurridos a la hora de erotizar las imágenes, y más en este caso en el que se encuentran dos personajes desconocidos y uno de ellos no recuerda su identidad. El deseo hacia lo desconocido y/o peligroso también es uno de los sueños a realizar del ser humano. Por lo tanto, la suma de dos bellos cuerpos femeninos, la desconfianza existente entre ambas y la inexperiencia en este tipo de sexualidad hace de esta escena una de las míticas en cuanto a clímax sexual se refiere.
Con Lynch, Cronenberg y Kubrick hablamos de una propuesta más intelectual, con un terrible fondo psicológico que hace actuar a los personajes y desemboca en acciones, sexuales, que tienen el poder del cambio o de la condena.
David Cronenberg es el abanderado de la nueva carne, término definido por algunos autores como una expresión estética ligada a la unión de la carne y la materia. En el caso de Crash, de la carne con el metal. Los personajes de Crash están desamparados, solos; previas al desenlace, las escenas de sexo son ejecutadas con la mayor rigurosidad, en tonos fríos y ante una inexplicable desazón que lleva a los cuerpos a vagar de un sitio a otro como fantasmas. Cuando la mutación comienza y la piel empieza a abrirse para dejar paso a las heridas, se produce un cambio; físico y psicológico. La unión de la carne con el metal da paso a un nuevo estadio en el que el cuerpo se pone a prueba para conseguir el máximo placer. La representación de ese cambio, quizás encumbrada en la escena de sexo que Holly Hunter y James Spader mantienen en el interior de un coche, no es en absoluto agradable. Está condicionada por la presencia de cicatrices espantosas y se desarrolla en espacios pequeños y poco iluminados, de apariencia viciada.
Esa descripción del explorador de placeres y su evolución a través del sexo y sus acciones recuerda a la propuesta de Kubrick en Eyes Wide Shut. Pero a diferencia de Crash, los personajes de la primera no experimentan el sexo para mutar en otras piezas capaces de destrozar sus cuerpos por el límite del placer, si no que pretenden encontrar en el sexo y en los nuevos retos pruebas de su vitalidad. Este pesimismo encuentra en las tonalidades azules de los dormitorios del matrimonio y en la extraña actitud de la pareja protagonista un medio idóneo para expresarse. El sexo sigue siendo un camino para encontrar nuevas formas de placer en escenarios de pesadilla, en los que los protagonistas se derrumban por momentos, ante la incapacidad de hacer frente al aburrimiento de una vida en familia. Frente a la visceralidad de Cronenberg expresada en fetiches y realismo extremo, el implacable clasicismo de Kubrick esconde esos sórdidos deseos que ansían ver la luz. Dos visiones del desamparo ejecutadas de maneras distintas y en las que el sexo juega un papel relevante.

4 comentarios:

  1. ¿Has visto una historia de violencia? Hay una escena que le viene como anillo al dedo a este post.

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  2. Interesante reflexión ;)

    Esto será parte de aquel trabajo para clase sobre sexo y cine del q me hablaste, está claro.

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