La película dirigida por Ben Affleck y protagonizada por su hermano Casey, Gone, Baby, Gone (Adiós, Pequeña, Adiós) trata un tema que llena diariamente nuestra parrilla televisiva: la desaparición de una niña de 3 años y su repercusión en toda la vecindad. Tanto la historia como la imagen de la niña tienen un sorprendente parecido con Madeline McCann. Pero esto no le da un toque oportunista y morboso, sino que crea realmente inquietud.
El film comienza de una manera muy sugerente, mostrando el turbio ambiente en el que se ha producido la desaparición, así como la obsesión que empieza a crearse en la mente de los dos policías privados contratados para encontrar a la niña (Casey Affleck y Michelle Monaghan).
Tras esa introducción, la película cae en el típico relato policiaco de intriga, con falsos culpables y finales que no lo son. Algunas escenas empiezan a hacerse largas y los diálogos se convierten en peleas de machos contra machos.
Pero cuando crees que ya nada te va a sorprender, llega el final, que no únicamente te produce una conmoción, sino que hace que te replantees ciertas ideas. Esto no lo hace dando una charla moral pulcra, sino que lo deja abierto para que cada uno saque sus propias conclusiones.
En cuanto al trabajo actoral, destaca Amy Ryan, nominada al Oscar y ganadora de varios premios por su papel de madre acabada de suburbios. Ed Harris y Morgan Freeman, hacen unos papeles correctos. Respecto a Casey Affleck, no consigue convencer. Su inmutabilidad y sosería hacen que clave papeles como el de 200 Cigarrillos, pero el rollo de poli duro no es lo suyo.
En general, película entretenida con tema interesante sin moraleja final, que se agradece mucho.
El film comienza de una manera muy sugerente, mostrando el turbio ambiente en el que se ha producido la desaparición, así como la obsesión que empieza a crearse en la mente de los dos policías privados contratados para encontrar a la niña (Casey Affleck y Michelle Monaghan).
Tras esa introducción, la película cae en el típico relato policiaco de intriga, con falsos culpables y finales que no lo son. Algunas escenas empiezan a hacerse largas y los diálogos se convierten en peleas de machos contra machos.
Pero cuando crees que ya nada te va a sorprender, llega el final, que no únicamente te produce una conmoción, sino que hace que te replantees ciertas ideas. Esto no lo hace dando una charla moral pulcra, sino que lo deja abierto para que cada uno saque sus propias conclusiones.
En cuanto al trabajo actoral, destaca Amy Ryan, nominada al Oscar y ganadora de varios premios por su papel de madre acabada de suburbios. Ed Harris y Morgan Freeman, hacen unos papeles correctos. Respecto a Casey Affleck, no consigue convencer. Su inmutabilidad y sosería hacen que clave papeles como el de 200 Cigarrillos, pero el rollo de poli duro no es lo suyo.
En general, película entretenida con tema interesante sin moraleja final, que se agradece mucho.
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