Glee llegó al final de la temporada de otoño la semana pasada. La que se ha convertido en una de las series con más éxito del 2009 se despidió el miércoles con más de ocho millones de espectadores. La serie musical ha convertido, además, las canciones que cantan cada semana sus protagonistas en las más descargadas en iTunes.
Glee es una serie diferente. Cae en los tópicos, explota los estereotipos al máximo, y se aprovecha más que ninguna otra de la fórmula que hiciera triunfar a High School Musical (películas cuyos creadores aseguran no haber visto), pero lo hace con un toque de cinismo y ridiculización que, por mucho que no soportes a los personajes y las tramas te resulten inverosímiles, engancha.
¿Quién no ha visto alguna serie juvenil, del tipo de The OC, Física o Química, Al Salir de Clase...? ¿Quién no ha comentado alguna vez lo ridículo de sus tramas? Toda serie de instituto que se precie ha de tener, necesariamente, un embarazo adolescente, un problema con las drogas, desórdenes alimenticios, problemáticas religiosas, familias turbulentas y discriminación racial y sexual. Glee, por supuesto, lo tiene todo. Y, sin embargo, lo tiene con un sello personal, con un toque de irrealidad que acaba golpeando las propias fórmulas de los seriales para jóvenes.
Sin grandes pretensiones, sin la intención de convertirse en uno de esos grandes dramas que arrastran a los adolescentes, que les hacen llorar con ella y que trata de dar grandes lecciones y verdades. Glee se deja ver, es divertida por su sencillez y su carácter surrealista. No exige más que una predisposición para pasar un buen rato. Quizá no complazca a los más exigentes, ni se convertirá en la serie favorita de la mayoría, pero tiene algo que ha hecho que se haya convertido en uno de los grandes estrenos del año. No tiene la intriga ni la complejidad intelectual de Perdidos, ni los golpes de humor ni los carismáticos personajes que hicieron pasar a la historia a Friends, pero te sientas y te ries. El día parece más ligero y te quedas con ganas de bailar. Y es que Glee tiene algo que la ha encumbrado entre los éxitos de 2009.
Glee es una serie musical. A pesar de que la música y la televisión han ido muchas veces de la mano, el caso de Glee puede contarse como excepción. No nos encontramos ante una serie de la cuál sale un grupo de música, a los que vemos en sus ensayos y actuaciones, fórmula usada por Hannah Montana, Rebelde Way, HKM o Un Paso Adelante. Frente a estas ficciones que tratan, siempre, de mantener cierta verosimilitud, Glee se acerca más al estilo musical del cine, en el que las canciones se funden con la trama como si de la actitud más natural se tratara. Un coro de colegio, la última vuelta de tuerca a los grupos de súper estrellas que explotan las series juveniles, y temas conocidos que de repente empieza a sonar sin previo aviso para sustituir a los diálogos. Mercedes cantando “Bust your window” es un buen ejemplo de cómo incorpora Glee la fórmula musical del cine.
Si aún no la habéis visto, estas Navidades es un buen momento para echarle un vistazo a los trece episodios que componen la primera temporada de Glee. Aunque, por lo que parece, aún quedan tres meses para poder tener a los chicos del McKinley High de vuelta. Para los que no puedan esperar tanto, ya pueden visitar algunos de los blogs de fans de la serie en nuestro idioma, como el de Soy Gleek, quien ya confirmó hace un tiempo que FOX España ya tiene los derechos de emisión de la serie. Ahora la pregunta es: ¿triunfará Glee en España o se convertirá en otra de esas series que componen la larga lista de éxitos estadounidenses que en nuestro país no tuvieron buena acogida?
Glee es una serie diferente. Cae en los tópicos, explota los estereotipos al máximo, y se aprovecha más que ninguna otra de la fórmula que hiciera triunfar a High School Musical (películas cuyos creadores aseguran no haber visto), pero lo hace con un toque de cinismo y ridiculización que, por mucho que no soportes a los personajes y las tramas te resulten inverosímiles, engancha.
¿Quién no ha visto alguna serie juvenil, del tipo de The OC, Física o Química, Al Salir de Clase...? ¿Quién no ha comentado alguna vez lo ridículo de sus tramas? Toda serie de instituto que se precie ha de tener, necesariamente, un embarazo adolescente, un problema con las drogas, desórdenes alimenticios, problemáticas religiosas, familias turbulentas y discriminación racial y sexual. Glee, por supuesto, lo tiene todo. Y, sin embargo, lo tiene con un sello personal, con un toque de irrealidad que acaba golpeando las propias fórmulas de los seriales para jóvenes.
Sin grandes pretensiones, sin la intención de convertirse en uno de esos grandes dramas que arrastran a los adolescentes, que les hacen llorar con ella y que trata de dar grandes lecciones y verdades. Glee se deja ver, es divertida por su sencillez y su carácter surrealista. No exige más que una predisposición para pasar un buen rato. Quizá no complazca a los más exigentes, ni se convertirá en la serie favorita de la mayoría, pero tiene algo que ha hecho que se haya convertido en uno de los grandes estrenos del año. No tiene la intriga ni la complejidad intelectual de Perdidos, ni los golpes de humor ni los carismáticos personajes que hicieron pasar a la historia a Friends, pero te sientas y te ries. El día parece más ligero y te quedas con ganas de bailar. Y es que Glee tiene algo que la ha encumbrado entre los éxitos de 2009.
Glee es una serie musical. A pesar de que la música y la televisión han ido muchas veces de la mano, el caso de Glee puede contarse como excepción. No nos encontramos ante una serie de la cuál sale un grupo de música, a los que vemos en sus ensayos y actuaciones, fórmula usada por Hannah Montana, Rebelde Way, HKM o Un Paso Adelante. Frente a estas ficciones que tratan, siempre, de mantener cierta verosimilitud, Glee se acerca más al estilo musical del cine, en el que las canciones se funden con la trama como si de la actitud más natural se tratara. Un coro de colegio, la última vuelta de tuerca a los grupos de súper estrellas que explotan las series juveniles, y temas conocidos que de repente empieza a sonar sin previo aviso para sustituir a los diálogos. Mercedes cantando “Bust your window” es un buen ejemplo de cómo incorpora Glee la fórmula musical del cine.
Si aún no la habéis visto, estas Navidades es un buen momento para echarle un vistazo a los trece episodios que componen la primera temporada de Glee. Aunque, por lo que parece, aún quedan tres meses para poder tener a los chicos del McKinley High de vuelta. Para los que no puedan esperar tanto, ya pueden visitar algunos de los blogs de fans de la serie en nuestro idioma, como el de Soy Gleek, quien ya confirmó hace un tiempo que FOX España ya tiene los derechos de emisión de la serie. Ahora la pregunta es: ¿triunfará Glee en España o se convertirá en otra de esas series que componen la larga lista de éxitos estadounidenses que en nuestro país no tuvieron buena acogida?
¿Qué coño? Por qué no me deja ponerte comentarios?
ResponderEliminarEstas navidades igual me hago repaso de capítulos. Aunque ya te digo que el piloto me pareció cansino de tan esperpéntico (palabra guay). Glee es como el de TDI pero en americano. A veces es muy entretenido, pero luego acaba saturando.
A mi me encanta por la parte musical, aunque mucho de sí no da como serie...
ResponderEliminarJo, qué buena crítica, yo estoy enganchadísima:) no sabía que no volverán hasta dentro de 3 meses:(:(
ResponderEliminarIrene.